EL REY QUE NO SABÍA LEER EL RELOJ DE AGUJA

 

 

En un castillo vivía un rey que no sabía leer el reloj de aguja y se le dificultaba saber la hora exacta en ese tipo de relojes, solo sabía leer los relojes que tenían números. Cuando él veía un reloj de ese modelo se desesperaba por no saber la hora exacta o por no saber cómo interpretar ese tipo de reloj.

Un día le dijo a su esposa la reina que él quería mandar a todos los que trabajaban para  que quitaran todos relojes de los muros del castillo. La reina le contestó: "No los hagas quitar, más bien consigue a alguien que te pueda enseñar para que tú puedas leer el Reloj."

Al rey le pareció buena idea y lanzó un decreto buscando un maestro que le enseñara a leer el reloj: "Si lo logras, serás recompensado con una pequeña piedra preciosa y con un puesto en mi castillo como mi consejero real de las finanzas del reino. “

Al día siguiente, después de que el rey lanzó el decreto pidiendo ayuda para que le pudieran enseñar a entender el reloj de aguja y para que él no tomara la determinación de quitar todos los relojes del reino, porque hasta podría prohibir el uso de ellos en toda la provincia, incluso esta prohibición se podría extender en todas las regiones aledañas…

Los aldeanos no querían eso, entonces se propusieron a ayudar al rey para que él también aprendiera a leer el reloj. Uno de los aldeanos fue al castillo pidiendo ver al rey, diciéndole a los guardias que él podría enseñarle, al principio no le creyeron mucho, pero sin embargo dejaron que lo intentara.

Ramiro empezó a explicarle el reloj al rey: le enseñó que el reloj tiene los números del uno al doce, y hay relojes que traen los números romanos y arábigos.

"Lo otro que usted tiene que saber es que el reloj tiene dos manecillas la manecilla más pequeña es la que siempre señala la hora, la manecilla grande señala los minutos."

Cuando el rey comprendió esto y practicó mucho empezó a comprender mejor el reloj, ya no se sintió frustrado y le dio a Ramiro lo que él le había prometido.

Los aldeanos al saber que el rey ya sabía leer el reloj se pusieron muy contentos por él y vivieron muy felices por siempre.

FIN